lunes, 29 de julio de 2013

Tú me ayudas, yo te ayudo: connivencia con la corrupción.

Emilio Kesler lanza una sonrisa cuando pasa soterradamente el billete de veinte mil pesos al agente de tránsito, después de haberse volado un semáforo y de ser detenido. No tuvo en cuenta si los peatones pasaban en ese instante o si venían otros autos por la calle para cometer la infracción, tampoco para pasar el billete. 
Total le daba lo mismo; él podía ofrecerle a cualquier agente de tránsito o de policía los billetes con tal de que lo dejaran tranquilo. Igualmente, Pedro Oyola Escudero, “El Papi”, desempleado desde hace mucho rato que hasta ya lo olvidó, el día de las elecciones para la escogencia del nuevo alcalde, recibe la suma de veinte mil pesos y una botella de ron para votar por uno de los candidatos. Caso muy común para la época electoral. Mientras que, la “Social and International Company de Tanzania” ofrece una cantidad enorme de dinero para ganar la licitación de la nueva central hidroeléctrica que se construirá en este departamento.
Aparentemente esta ilustración, sacada de la ficción, no es más que la evidencia de una realidad vivida cotidianamente en cualquier contexto del país. El soborno, la corrupción, el boleteo, el carrusel, la mordida, la coima o como se denominase cualquiera de sus manifestaciones parecieran ser inherente a la condición del ser colombiano. Sin embargo, esto no se podría ni afirmar ni negar categóricamente, porque aunque existan evidencias a través de la historia, sería difícil demostrarlo. Tal vez sea un problema estructural de todas las sociedades o quizás hace parte de la cultura del dinero fácil. No lo sabría afirmar. Pero, de que existe, existe.
Entonces, si se analizaran las narraciones anteriores, sin ahondar, y poniendo un poco de sentido común al problema, nos daríamos cuenta que son comportamientos generalizados y ya hacen parte de una cultura en contravía de los principios éticos y morales elementales de cualquier sociedad. ¿Pero se tendrá que soportar inclementemente la corrupción como si fuera la esencia de nuestros comportamientos o el pan nuestro de cada día? ¿Cómo combatir ese flagelo mundial que permea todas las instancias públicas y privadas? Algunas alternativas están supuestamente en la educación y en la defensa de una cultura del respeto y el servicio desinteresado al prójimo ¿Pero, qué educación y qué cultura? ¿La de la ilegalidad, la compra de votos, el traqueteo, la extorsión, el boleteo entre muchas otras manifestaciones corruptas cotidianas que se presentan en este país del Sagrado Corazón? Estamos en una encrucijada que merece auto-reflexionar como individuos y como sociedad. La corrupción hace que los intereses particulares primen sobre los de la comunidad y desacreditan, debilitando los principios de civilidad, la convivencia, la moralidad y la ética ciudadana.
Por otra parte, para argumentar lo anterior, se recoge lo expresado por el señor Armando Montenegro con cifras contundente de Transparencia Internacional. Grosso modo manifestaba: “En 1997, Colombia, en medio de sus legendarios escándalos políticos, fue considerado el tercer país más corrupto, medalla de bronce, entre los 52 países que eran objeto del estudio de Transparencia Internacional (con innegable exageración, un conocido reporte de esos años hablaba de que Colombia se había convertido en una cleptocracia). De ahí en adelante la situación mejoró. Y en 2003, en el estudio de Transparencia que ya abarcaba a 133 países, Colombia ocupó el puesto 59, cerca de la mitad de la tabla”. Asimismo, este señor, hacía alusión a otros informes tales como “En 2005, por ejemplo, Colombia ocupó el puesto 55 entre 155 países. Y desde entonces, año tras año, el país ha perdido 39 posiciones”. Además señalaba que “2012 Colombia ocupó allí el puesto 94 entre 174 países. No sólo apareció entre los corruptos de América Latina, cerca de Argentina y México, sino que superó a países reconocidos por sus problemas en esta materia, como China y Zambia”. Luego entonces, debido a esa realidad muchos de los corruptos del país estarán luchando por ganarse la medalla de oro y ocupar el primer puesto para mancillar el nombre de un país supuestamente rico y desarrollado, pero no progresista. Colombia viene acrecentando, en el contexto mundial, índices de corrupción que nos llenan de zozobra y escozor, no obstante los muchos controles que realizan los entes encargados de velar y cuidar los bienes del Estado.
Por último, es bueno expresar que el incumplimiento de un Estado y sus gobernantes con sus compromisos sociales permite que entre muchos exista la idea de que no importa “cuánto robe si se hacen obras” de cualquier índole. De lo cual se colige que la actitud de connivencia con la corrupción puede interpretarse como una anuencia al ilícito. Justificación que deslegitima el fortalecimiento de las instituciones democráticas en un país donde el adecuado cumplimiento de las normas se mira como algo completamente raro.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Atreverse a ser hereje

Estamos en el siglo XXI; siglo de los avances tecnológicos y científicos más asombrosos que nadie hubiera creído se materializarían algún día. Año dos mil trece. Es un año con las mismas características de los anteriores.
No hay grandes diferencias, pues para el ser humano la historia se repite una y otra vez sin darse cuenta y, si lo hace, pasa de agache sin rechistar. Cierra los ojos y cree que todo es consecuencia de la misma realidad que vive cotidianamente: la maldad, la pereza, el desamor y el engaño, entre muchos otros factores. Tal vez estas son las excusas y argumentos esgrimidos por las lúcidas y preclaras mentes de nuestros líderes, intentando ocultar la verdadera realidad.
Hoy, él acepta los hechos pensando que los merece, porque así lo quiere el destino o Dios que, en última instancia, es el culpable de todo lo nefasto que le sucede a la tierra en general y al hombre en particular, según los extremistas y dogmáticos líderes espirituales, quienes creen que Dios es un ser omnipotente y castigador. Sin querer herir susceptibilidades, argumentos refutables desde cualquier óptica.
Se sabe de sobra que sobre la humanidad se cierne un caos general amenazante: alertas de guerra, desplazamiento, hambruna, armamentismo, contaminación ambiental e insalubridad, violencia intrafamiliar y contra la mujer, desprotección en salud, desempleo, pobreza extrema e invisibilización del ser humano por quienes han tenido y tienen en sus manos la forma para acabar de una vez con los desequilibrios sociales y económicos existentes, pero que no mueven un dedo por resolverlos. Caldo de cultivo para cometer cualquier barbaridad.
El capitalismo, sistema sociopolítico, generador de grandes riquezas para unas cuantas naciones, no obstante haberse analizado críticamente por Marcuse en los años sesenta, como una forma devastadora y explotadora de la condición humana, sigue su carrera esquizofrénica sin que haya talanquera que lo detenga. Ahora con un nuevo ropaje, pero con la misma finalidad, exprimir los recursos naturales y humanos no importando los medios. Entonces, los casos de alienación, de productivismo a gran escala, de consumismo desmedido, de la utilización de los medios masivos alienadores con la gran masa humana y la publicidad estupidizante y esterilizante son las herramientas empleadas por el neocapitalismo para seguir convirtiendo al hombre actual en un ser unidimensional incapaz de un pensamiento crítico y de una actitud contestatarias contra todo aquello que lesione sus libertades y autonomía.
El hombre se ha convertido en un ser domado por el consumismo y la idolatría a una racionalidad aletargante y ciega; o como diría Morín “el error, la ignorancia, la ceguera progresan, por todas partes, al mismo tiempo que nuestros conocimientos”. Racionalidad mediada por el uso indiscriminado de una tecnología que socava la estructura mental de los individuos sin darle oportunidad de mirar otras esferas o dimensiones de su ser. Hoy se tiene mucha información, pero se comprende muy poco. Es decir, el mar de información nos desborda y sin embargo es muy, pero muy poco lo que comprendemos de ella. A tal punto que cada vez nos acercamos más a nuestra propia destrucción.
El economista chileno Manfred Max Neef dice en algunos de sus intervenciones que “Nos han hecho creer que la única forma de entender y tomar decisiones en torno a temas económicos es la teoría neoliberal, sin embargo basta mirar alrededor para darse cuenta lo macabro del sistema, que lejos de servirnos a nosotros, nos tiene atados”. Análisis que demuestra cómo el interés económico de unos cuantos prima sobre el interés colectivo, propiciando una desigualdad alarmante que tal vez ha conquistado, como el mismo economista lo dice, “en tres décadas lo que el Cristianismo y el Islam no han conseguido en dos mil años: conquistar el mundo entero”.
Asimismo, el planteamiento de Max Neef, quizás intencionado hacia el pensamiento desalienado de quien tenga una nueva forma de mirar la realidad, sin tener que tributarle a un sistema neocapitalista desproporcionado con la raza humana y con la naturaleza, busca abrir un espacio de reflexión en la comprensión de una realidad agobiante y descalificadora del ser humano. Pues, sus ideas trascienden el aquí y el ahora, apostándole a una economía medible por los beneficios para hombres, niños, mujeres y ancianos, mas no por la cantidad de edificios y carreteras nuevas que se hayan construidos.
Parangonándolo, “Mi verdadero terror es que se haga realidad la ficción, donde, en una sociedad de bárbaros polarizada, los ricos se parapetan detrás de alambre de púa, rejas de alta tensión, muros con astillas de vidrio y vigilantes armados, mientras que alrededor, en medio de paisajes pesadillescos, los marginados vagabundean y roban”. Creo que esa es una realidad nuestra y no está muy distante de lo que este economista consideró, en algún momento, una ficción en una de sus entrevistas.

lunes, 5 de noviembre de 2012

LA BIBLIOTECA UNIVERSAL


A Zsuzsanna Varga, incansable adalid de la Biblioteca



Aquí está la Biblioteca. Es real, no es ficticia. Ya ha sido visitada miles de veces por esa fuerza avasalladora de jóvenes sonrientes que la hacen ser el epicentro del conocimiento. Sus consultas e investigaciones demuestran que los libros de lomos anchos y firme no han perdido su valor.
Este sitio se ha convertido en el lugar ideal para meterse de lleno en ese mundo desconocido de letras, símbolos, señales y mensajes de tiempos inmemoriales. Un laberinto que quien lo penetra no se pierde jamás, sino que se reencuentra con viejos caminos de placeres insatisfechos.
Para algunos, la biblioteca es un sitio muerto y sin razón.  Ven en ella al enemigo oculto y temido por lo que pueda hacer para despertar a los dormidos. Otros,  quizás no le han hallado ese valor intrínseco que posee desde inicios de la cultura cuando se prosternaban reyes y prelados ante ella para encontrar las señales de sus dioses y antepasados. Señales para poder gobernar a sus pueblos sin que estos se rebelaran; puesto que sin ella no eran nada ni nadie, sólo briznas al viento insobornable de un universo de preguntas sin respuestas. 
Sonrío y miro  a Jorge Luis, el maestro. Quiero  lanzarle una pregunta sacada de aquellos sueños con fantasmas anquilosados en los meandros de la memoria que las lecturas me han dejado; pero no lo hago. Lo  reverencio y quedo ensimismado por la forma cómo cuenta desde sus experiencias el significado de la biblioteca para la humanidad. ¡Verdad qué es un maestro! En una disertación pausada y amena ilumina con sus palabras el valor de estos anaqueles atestados de libros de todas partes del mundo. Aquí está el mundo con sus lenguas y sus culturas; sólo falta el ser que se desvele por leer consuetudinariamente en este recinto para completar la trilogía mítica, dice él.
Prefiero callar. Mejor disfruto de la voz pausada de esa biblioteca viviente, Jorge Luis, que me recuerda a Funes “el Memorioso”, con la diferencia que éste si sabe lo que conoce, el otro es la expresión nemotécnica y ya.
Zsuzsanna está enfrente, también sonríe. Está  llena de una placidez beatífica. Su belleza extraordinaria y carisma de mujer extranjera, la hacen más mujer. Disfruta este instante mágico. Lo había soñado; estaba viviendo un sueño, Jorge Luis estaba presente, en este sitio que le correspondía, dando fe de su paso por el mundo.
Ella sabe que su biblioteca se ilumina diariamente con las sonrisas de sus visitantes cotidianos, los jóvenes. Ahora tiene enfrente el sueño mejor logrado. Una biblioteca casi que perfecta, pero perfectible y repleta de ojos ávidos de conocimientos. Cada día  trabaja por esta camada de jóvenes que ven en este lugar un santuario de la historia humana representado en miles y miles de tomos de enciclopedias y libros de toda índole y sobre todo con temas actuales de arte, literatura, ciencia y tecnología que les satisface sus expectativas y sueños de movilidad social.
Esta Biblioteca no es un hexágono. Apenas cubre una parte de toda la edificación en su parte alta. Entonces, Roderick Guzmán, un periodista muy inteligente, seguidor y admirador de Jorge Luis, me dice lo que alguna vez dijo de la Biblioteca de Babel: “Si esta biblioteca es eterna, no puede ser obra de otra criatura que no sea una divinidad, un dios o el Dios. Pero allí está y en ella, recorriendo sus pasillos, solazándose en la lectura de todos los libros del pasado, del presente y del futuro, Borges se convierte en un arquetipo del escritor y de su necesidad de estar cerca del Creador que hizo el mundo con palabras.
Esas palabras llegaron a confrontar lo que se hace desde muchas oficinas burocráticas que matan las esperanzas así como  contrarrestan el afecto que alguna vez sintieron los niños por la lectura, haciendo que los libros sean vistos como demonios que deben ser llevados a la pira donde deberían estar según ellos. Pero  las bibliotecas seguirán siendo, pese a todos los pronósticos, los sitios ideales para seguir creyendo en la humanidad. Son las piezas fundamentales de un sistema educativo liberador de la esclavitud de la ignorancia. Quizás ya no en su función clásica. Aquel sitio con anaqueles llenos de libros soportando el paso del tiempo y el olvido, sino a través de otras fuentes de socialización. Sólo hay que tener sesos para no enajenarse totalmente de esa realidad asfixiante que mata lentamente, adormeciendo el espíritu y creando la dependencia inexorable de pantallas luminosas que cercena la creatividad.
La biblioteca, ese mundo que alguna vez Gustavo Álvarez Gardeazabal llevó, en su pueblo natal, al parque para que los libros fueran manoseados y leído por la gente, es un universo de incógnitas por resolver.
Zsuzsanna me mira con la convicción de saber que los tiempos de la investigación y la información permiten que se vayan cambiando los modelos de un servicio que hasta hace poco estaba desprovisto de los últimos adelantos de las tecnologías. Cree que los libros; esos de lomos anchos y con papel hediondos a mantequilla y a tinta siempre estarán allí en el sitio que les corresponde, la biblioteca, esperando espíritus inquietos y desesperados por conocer y viajar en el tiempo y conversar con las diferentes culturas, no desaparecerán.
Miro a Jorge Luis y lo veo distante, pensando en su biblioteca infinita. No es para menos, un mundo lleno de información infinita, que recaba los laberintos más profundo de las sociedades tanto antiguas como modernas, lo ponen a pensar en la biblioteca idealizada en su mente de escritor. Tal vez ese mundo sinuoso y oscuro de la invidencia le hace sustraerse de esta realidad nuestra, pero lo comprendemos. Su biblioteca es el universo, representado en un hexágono que se multiplica una y mil veces a través del reflejo de la ascendencia humana.
Él es quien conoce esa biblioteca muchas veces soñada e idealizada en su mente. Información como el valor más preciado para el desarrollo social, cultural y económico, la biblioteca en cualquiera de sus formas será siempre la piedra angular de una sociedad civilizada y honesta con todo, parece que susurra.
Hoy, para Zsuzsanna, contar con una biblioteca moderna y actualizada es asunto de competitividad dice a la par de los expertos; pero,  ellos se quedan en ese discurso hueco y se empecinan en decir lo mismo de mil maneras diferentes, y ella le da el toque humano que toda biblioteca debe poseer, amor incondicional por la especia humana. Ellos utilizan siempre un palimpsesto discursivo que hiede a formol; además, no han llegado a materializar los ideales de la razón que tanto pregonan.
Algunos gobiernos, salvo algunas entidades privadas por diversos intereses, tienen poca visión para implementar una política pública de bibliotecas. Tampoco se ve  la presión por defender y  mirar como un tesoro ese bien cultural, la biblioteca. La  entidad que marca la diferencia entre los pises desarrollados y sus gentes, con aquellos que no han despegado de su minoría de edad.
Los pretextos son múltiples y crónicos: pero el más apremiante y que siempre sale a relucir es de las limitaciones económicas. Entonces,  miro a Jorge Luis, a Zsuzsanna y a mi amigo periodista, uno por uno, y les recuerdo la lectura de un documento público muy relevante que recorre la Internet actualmente que me ha hecho reflexionar sobre la biblioteca: “Para convertir a la Biblioteca por ejemplo, en un gran centro de reflexión y pensamiento será preciso que se reviertan problemas básicos que dificultan su labor y que trascienden largamente las molestias por el bullicio estudiantil que tanto preocuparon a sus autoridades. La recuperación y el fortalecimiento de las bibliotecas (…) deben, en suma, formar parte principal de los programas de educación y desarrollo científico.” 



*Docente de Castellano y literatura del Distrito de Cartagena de Indias y de Comunicación oral y escrita de la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco.

jueves, 4 de octubre de 2012

El miedo en sus ojos: América Latina vista desde la Educación





“Donde hay educación no hay distinción de clases”
Confucio (551 AC-478 AC)
Había que mirar cómo se reflejaba en aquella jovencita el miedo al leer la frase de Bolívar que con letras azules y en una blanca pared se le presentaba a sus ojos: “Las naciones caminan hacia el término de su grandeza con el mismo paso que camina su educación”.
El miedo cernido sobre América Latina se le vino a la mente.  La pérdida de la autonomía americana para dirigir su destino hacía que sus ojos se abrieran con el asombro de quien se sorprende por una realidad tan palmaria como esa.
La amenaza de una reforma a la Educación que impide el desarrollo de una academia sin las ataduras del sistema Neoliberal ensombrece toda la economía de estos pueblos avasallados por la pobreza y la desidia gubernamental. La reforma estaba allí, con sus Mefistofélicas  estocadas queriendo seguir succionando la riqueza de una América acéfala y sin norte.  No era para más, la educación del país de sus amores estaba cayendo en un vórtice acelerado e incierto que la hacía cada vez más endeble y fácil de destruir para acrecentar los interese mezquinos del mercado, del comercio y la voracidad de los gremios amantes del dinero, mas no de la academia y la cultura.
Era un miedo milenario, salido de sus raíces ancestrales negroides entremezcladas con la imperturbabilidad indígena; pero miedo al fin. Aunque ella sabía que había instituciones y personas amantes de la cultura y la buena educación, aún no había soluciones concretas para materializar la movilidad social y cultural que su país requería.
Sus ojos se aguaron al recordar todo lo que habían logrado en la mesa de conversación con los representantes del Ministerio y con la misma Ministra. Decisiones que se venían al traste. Máxime ahora cuando veía como dilataban las cosas y ponían la educación en el plano económico como lo había manifestado un representante del gremio de los educadores que siempre los ha acompañado en esa lucha aparentemente infructuosa, pero que serviría de lección a un pueblo adormecido en reallytis, telenovelas, programas de farándulas y de fútbol que lo hacen olvidar la importancia de aprender a crecer como civilización, independizándose de la esclavitud de sus principios y valores culturales.
Soñaba con una nación que buscara un rumbo que la desatara de la enajenación, “el saqueo, la opresión y el abandono” como leyó Gabo cuando recibió el premio Nobel.
Recordó que ya en la educación secundaria habían logrado introducir un sistema de información a nivel nacional que permitía evaluar todo lo relacionado con la administración de la educación tales como el número de estudiantes, los alumnos desertores, la inversión per cápita por alumno desde el preescolar hasta el último nivel de la básica, pero que no hacía nada por mejorar la calidad de ésta. Siempre les echaban la culpa a los maestros.
Entonces se acordó que había leído en la prensa las declaraciones de Orlando Pulido, asesor de la Relatoría Especial para Naciones Unidas en derecho a la educación, quien manifestaba: “Se ha instalado la idea de que la calidad es el principal problema de la educación, y lo que pensamos desde otros ámbitos, en América Latina y en el movimiento educativo internacional, es que se debe enmarcar en las garantías al derecho a la educación. Podemos mejorar la calidad de los procesos educativos en el aula o la formación de los docentes y no resolver los problemas para el disfrute pleno del derecho a la educación". Igualmente, lo que había manifestado el líder de su movimiento en una entrevista: “Cualquier costo en la lucha por un futuro digno es bajito; porque llegamos al punto en que ya casi no hay nada que perder”.
 Sí, porque siempre se valen de la información del número de capacitaciones, con criterio mercantilista y sin seguimiento ni evaluación, a los docentes; además, de los resultados de las evaluaciones externas tanto nacionales como internacionales para decir que la educación colombiana está en último, o penúltimo, o antepenúltimo por culpa de las pésimas estrategias pedagógicas de los maestros. Pero no expresaban, con lujos de detalles, cuáles eran los países desarrollados que las presentaban. Siempre son los mismos países que puntean en el listado. Asimismo, nunca se han preocupado qué se hace con esa formación académica recibida por los discentes después que egresan de la universidad o del colegio ni de la calidad de vida de esos egresados. No, lo que interesa es el dato y las frías estadísticas.
 ¿Pero se han preguntado en que condiciones estudian esos niños o jóvenes, los nuestros y los de ellos? ¿Los núcleos familiares de esos niños o jóvenes son sólidos o son como los de nuestros niños y jóvenes, disfuncionales? ¿Se han preguntado si sus padres tienen buenos empleos, son profesionales con altos principios de responsabilidad familiar, social y humana que ganan lo suficiente para mantener altos niveles de vida a sus hijos? ¿Se han preguntado cuantas veces viajan, salen de excursión a sitios diferentes para realizar aprendizajes significativos por fuera de las aulas sin tener que ser acosados por las autoridades escolares, porque puede haber contingencias y los maestros siempre serán los irresponsables? Y así habría que preguntarse con qué criterios se va a competir o evaluar el sistema educativo nacional cuando se conoce que existen muchos otros factores que inciden para bien o para mal en el rendimiento escolar de los niños y jóvenes, y que, para colmo de males, nunca se han tenido en cuanta al momento de poner a competir a los estudiantes en tan importantes competencias con tan competentes países.
La joven también se puso a pensar que lo que decía el Presidente y la Ministra con todos sus asesores incluidos, aburguesados por cierto, era inaceptable para ellos. Ahora habría que recurrir a las marchas, la protesta, los paros escalonados y todas aquellas herramientas consideradas básicas para ser escuchados; pero también tenían que luchar contra aquellos enemigos creadores del caos, propiciadores de la violencia, para demostrar que si quieren un país mejor donde quepan todos sin distingos de colores partidistas, ni de piel ni ideológicos. Ella sabía que esa “utopía” - sería la primera en cristalizarse desde el nacimiento de los tiempos - tenía que construirse lo más pronto posible para no desbarrancarnos. ¿Qué iban a saber la Ministra y el Presidente de calidad de educación para un pueblo multicultural, diverso y en condiciones que nunca han conocido a cabalidad, sino desde las ventanillas de sus aviones o de sus autos? ¿A caso ellos se metían con cuarenta o cincuenta adolescentes durante un año de clases a soportar las adversidades y los desamores de la educación?
 Sólo para ella había una solución, mirar la educación desde lo humano y no desde lo económico. Como diría su amigo Ricardo Chica “Se convirtió la escuela en una especie de pararrayos social, pues, se escogió el escenario escolar para tratar de solucionar y compensar todos los males que nos aquejan, según todas las manifestaciones violentas: contra la mujer, sexual, suicidios, intrafamiliar, urbana, juvenil, conflicto armado, microtráfico. Así no aguanta.” Si, así no aguanta ni esta educación básica ni la superior. Esa que está destinada para ser pirateada por los corsarios del mercado, quienes creen que la educación no es un derecho fundamental y si una mercancía dependiente de los vaivenes de la bolsa de valores.
Sus ojos se llenaron de lágrimas quizás de la emoción de pensar con el corazón y de saber que todavía existían personas creyentes en sus juveniles ideales. Sintió que la frase de Bolívar no debía llenarla de zozobra, sino de energía para seguir preparándose intelectualmente, porque su presente era su futuro. Quien claudica da su brazo a torcer y ellos eran los llamados a generar las transformaciones requeridas para cambiar ese esquema retorcido y excluyente con el que habían vivido sus padres y ancestros.
 * Profesor de castellano y literatura del Distrito de Cartagena de Indias- Colombia y docente de Comunicación oral y escrita de la Fundación Universitaria Tecnológico Comfenalco

domingo, 23 de septiembre de 2012

BACANTES Y PLAÑIDERAS DEL PAIS DEL “TODO PASA Y NADA PASA”




Si mal no estoy, en el siglo V a.C, en la Grecia clásica, emergieron las Bacantes, ese grupo de mujeres adoradoras de Baco, que les rendían tributo al dios del vino; de manera similar, en el “País del todo pasa y nada pasa”, surgieron los seguidores y adoradores del pensamiento de un  “Seudo Gran héroe”, con la diferencia que éstas no danzan ni disfrutan los momentos de éxtasis, sino que lloran amargamente. En ese país amnésico y adormecido, que intenta levantarse y caminar como Lázaro, pero que no lo dejan porque no conviene que se descubra a sí mismo, estas impúdicas lanzan improperios y expresiones infundadas contra aquel que ose oponerse a su héroe.
Ese “Seudo Gran héroe”,  modelo de persona que no deja de molestar, no obstante encontrarse en uso de buen retiro, después de haber desangrado y engañado a esa nación, tiene a sus áulicos y bacantes, cual canario montuno y silvestre, comiendo diariamente con trinos disonantes. Pero lo que más llama la atención de esto es la similitud que posee la actitud de éste con aquellos héroes trágicos. Araceli Laurence, en  Locura y destrucción en el teatro griego clásico, escribe Los héroes trágicos, en general, tienen muchos puntos en común con los locos: son destructivos, se matan a sí mismos y matan a otros, se enceguecen y dejan ciegos a otros. Los héroes trágicos ven las cosas de un modo particular, solo ellos tienen esa visión: Antígona rechaza a su hermana Ismene porque no ve las cosas como ella, la primera es una heroína, la segunda, no”. Pareciera que el tiempo se hubiera detenido en ese espacio para estar asistiendo a la escenificación de una gran tragedia griega donde los locos intentan ser dioses o algo así por el estilo.
Sin embargo, no deseo realizar un estudio histórico sobre las Bacantes porque no sería ecuánime con su aporte al desarrollo de una de las manifestaciones del arte escénico, sino hacer un cuadro comparativo entre ellas y un grupo de Bacantes más actualizadas y estilizadas que diariamente aplauden y vitorean a su “Seudo Gran héroe” como si éste fuera el culmen de la intelectualidad y la síntesis del pensamiento equilibrado. Esto es, Bacantes disfrazadas de, lobos blancos y lobas negras, tigrillos, monos, orangutanes, eunucos y seudointelectuales con ánimo de sobresalir y desempeñar papel protagónico sin tener un ápice de materia gris para discernir entre el bien y el mal, o de, mínimamente,  ser capaces de no beber la amargura o ese icor de dios olímpico que destila por la herida, su “Seudo Gran héroe”,  para no ser considerados idiotas útiles a una causa perdida desde hace rato.
Aunque hay una diferencia enorme entre unas y otras. Mientras esas mujeres gozaban de su dios con sus danzas y orgías extáticas; los seguidores acríticos del “Seudo Gran héroe” pierden el placer de gozar por estar ofreciéndole éste a su líder. Inmersos en su idolatría se adormecen no enterándose que amaneció hace rato y que la terrible noche cesó, mostrando que se cometieron desplazamientos, violaciones, desapariciones, invisibilizaciòn, persecución y asesinato sin el menor recato ni sensibilidad ante hijos, hermanos, madres y esposas. Que el día llegó y los rayos solares alumbraron una realidad que hace ser conscientes a sus ciudadanos de la importancia de la reconciliación.
También  se puede comparar a este grupo de personajes paranoicos con el de las tradicionales plañideras. Mientras las plañideras muy llorosas y expresivas no sabían cómo ni qué decir cuando perdían a sus seres queridos; las plañideras del   “País del todo pasa y nada pasa” se dedican a despotricar, desde todos los medios habidos, contra todo lo que huela a pueblo. Un coro quejumbroso y suplicante se eleva al Olimpo pidiendo el castigo eterno a quienes se opongan a sus percepciones e ideas; pues, no les gusta ni la paz ni las reformas ni mucho menos el bien para los demás, sino la ley del embudo y la connivencia con lo ilícito y oscuro. Claro, hay que aclarar que las  diferencias entre unas y otras, cuando se dan eventos diferentes, es muy enorme.
Por ùltimo, es bueno anotar que el término plañidera tiene la denotación, según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, de  “Mujer a la que se pagaba por ir a llorar a los entierros.”. Teniendo además  los consabidos sinónimos de llorona, suspirante, sollozante. Asimismo, se enuncia la acepción  de plañidero como lastimero, suplicante, llorón, quejumbroso, quejica, etc. Se trae a colación esta comparación para ilustrar metafóricamente la situación que se da entre los seguidores del Seudo Gran héroe” y los hechos y eventos de ese país enfermo por la peste del olvido.
Referencia
Laurence, Araceli, Locura y destrucción en el teatro griego clásico:   http://www.ucm.es/info/especulo/numero38/locuragr.html

jueves, 20 de septiembre de 2012

Por una Colombia de lectores: entre la rebelión y la revelación cognitiva




¡Qué chévere! Dijo uno de mis alumnos cuando comenté en la clase lo que se disponía desde el Ministerio de Educación, con el Plan Nacional de Lectura y Escritura: “Leer es mi Cuento” (PNLE); otro, con mucha ironía lanzó la expresión ¡ya era hora que se acordaran de nosotros, qué no sólo sea dinero para la guerra, porque la lectura y la escritura son la esencia y fuente del conocimiento! 
Esas expresiones con esa carga de emotividad y sinceridad me hicieron acordar que tenía un compromiso con un texto sobre el tan trillado y sobre-diagnosticado tema de la lectura y la escritura. Pero, que cada vez adquiere más vigencia y se hace un tema ineludible en los contextos académicos.

En mi concepto, también creo que ese Plan Nacional debería trascender el aquí y el ahora, para que los grupos editoriales entre otras entidades que usufrutuan del país, contribuyan de forma más concreta y sin ventajas impositivas para que los libros sean como el pan de cada día, un alimento intelectual para los estudiantes colombianos.
Que los precios sean asequibles y accesibles y puedan ser parte integral de la canasta familiar, si es que con el salario mínimo de los trabajadores se puede hacer ese sacrificio, poniendo en riesgo la subsistencia alimentaria de la familia, en un país donde la anemia y el hambre se pasean libremente, no obstante las campañas contra el hambre y los programas de los restaurantes escolares del ICBF.
Esa podría ser otra herramienta más que consolide la cultura lectoescritural e ir erradicando el analfabetismo funcional arraigado profundamente entre viejos y nuevos profesionales del país, quienes muchas veces prefieren comprar cosas suntuosas e innecesarias antes que comprar un buen libro para su autoformación.
Escuchándoles expresarse de esa forma renacieron algunas ideas. Iban fluyendo, de un inconmensurable caudal de inquietudes, los pensamientos relacionados con tan espinoso tema. A veces positivos; otras veces escépticos. Pero no caí en la zozobra, sino que miré las cosas desde una perspectiva diferente. Entonces, se cuajaron lentamente, permitiéndome construir mínimamente una apreciación muy personal de tan “loable” iniciativa.
Surgieron incólumes aquellas conceptualizaciones relacionadas con estas dos habilidades o competencias y me hicieron recordar lo que planteaba sobre lectura, Kenneth Goodman, quien basado en los avances de la sicolingüística y sicología cognitiva, planteaba que “leer es obtener sentido a partir de un texto escrito”.
Esto es, un lector activo debe procesar la información que le brinda el texto para luego procesarla a través de un intercambio dialógico de significados y cosmovisiones de la triada texto-lector-escritor, donde los conocimientos previos, motivaciones, competencia lingüística, propósitos y capacidad cognitiva, al momento de abordar el texto, ayudan a su comprensión e interpretación y se traduzca en aprendizaje y conocimiento.
Planteamiento complementado con el concepto de lectura del maestro Estanislao Zuleta cuando escribe que “no hay ningún código común previo, pues el texto produce su propio código”; igualmente que “el problema de la lectura es que nunca hay un código común cuando se trata de una buena escritura”. Pues, leer es trabajar; rumiar una y otra vez el texto. No hay un solo significado, sino múltiples y el lector debe realizar un esfuerzo para alcanzar la interpretación del texto.
Si las anteriores concepciones o cualquier otra que domine el maestro, son empleadas en las actividades pedagógicas de motivación y de trabajo académico de lectura en el aula de clases, de seguro que todos esos libros ofrecidos por el gobierno nacional tendrán el sentido y la función que debería tener cualquier libro que llegue a las instituciones educativas.
Pero, si éstos llegan para integrar el número total de libros que se encuentran en las bibliotecas escolares, es mejor que la inversión se haga en otros frentes de la educación. Esto último basado en una realidad tan tangible como la que se observa en muchas instituciones escolares del país: Libros comidos por el comején, el polvo y el abandono que se anquilosan esperando las manos ávidas de niños y jóvenes colombianos que no tienen la oportunidad de disfrutar de ellos porque no se quiere que se dañen los que se tienen en la biblioteca.
Los libros se convierten en artículos de lujo, ornando los estantes y yacen adormecidos en los anaqueles, esperando a ese lector que nunca llegará, sino se hace una revolución en el empleo de ellos, sacándolos de esos espacios muertos para que sean manoseados y leídos como debe ser. ¿Por qué se ha matado la motivación por la lectura y la promoción de ella no se hace de manera significativa en las bibliotecas escolares?
En mi concepto esta “ambiciosa estrategia para mejorar el comportamiento lector, la comprensión lectora y la producción textual, herramientas que favorecen el acceso al conocimiento y el ejercicio de la ciudadanía” como aparece en el periódico El Universal de Cartagena, podría ser un sucedáneo ante el gigantesco problema que se presenta en escuelas y universidades, y que imposibilitan el despegue hacia una cultura lectoescritural autónoma sin que haya la presión de la exigencia escolar.
La lectura es una herramienta para liberar el pensamiento, mas no para esclavizarlo. No obstante, por lo menos, sería bueno verle lo positivo si los maestros y directivos comenzaran a dimensionar que debe haber una política institucional que agilice el cambio de actitud de los maestros de áreas diferentes a la de lengua castellana para que se asuman estas competencias como las fundamentales para el desarrollo de una comunidad académica bien preparada para los retos de la época. Que la lectura y escritura sean los pilares de la formación de niños, jóvenes y adultos en todos los contextos educativos.
En el periódico se señala que se benefician 6.900 instituciones educativas del país y 5 millones 300 mil niños y jóvenes de preescolar, básica y media que, en su mayoría, nunca habían tenido un libro en sus manos.
Esa verdad tan contundente y palmaria, más allá del paliativo que se le da con este Plan, merece ser analizada con profundidad para no caer en los tan utilizados pañitos de agua tibia que se emplean demagógicamente por personalidades que nunca se han interesado por los problemas del pueblo colombiano.
Creo que la lectura y la escritura son los pilares de la formación cognitiva y cognoscitiva de niños, jóvenes y adultos, puesto que el 99.9% de la información adquirida por un ser humano se da a través de esta actividad. Luego entonces, si desde los gobiernos hubiera una política del libro como elemento sinérgico del pensamiento y el conocimiento, los objetivos para la construcción de una ciudadanía civilizada, respetuosa y amante de la libertad se darían sin necesidad de realizar campañas mediáticas.
En mi concepto, la lectura lleva implícita a su hermana siamesa, la escritura. No se escribe sin lectura; y sin escritura no hay lectura. La una dinamiza la otra. Asimismo, no se puede olvidar que la sociedad del conocimiento se basa en el aprendizaje libre, autónomo y sin coerción.
Creo que llegó la hora, más allá del Plan, de realizar un cambio de actitud y de estrategias que posibiliten el desarrollo de nuestros niños y jóvenes colombianos. Especialmente, aquellos que viven la incertidumbre de un país lleno de violencia, pero con la esperanza de sobresalir. Entonces me pregunto sin el ánimo de zaherir: ¿Este Plan no será un estrategia más para que la comunidad internacional crea que Colombia y su gobierno si cumplen con la educación de niños y jóvenes y así poder acceder a los empréstitos de la banca internacional?

jueves, 13 de septiembre de 2012

El desespero de un esquizofrénico o el ocaso de un semidiós

Tiranus Saurius.rex


Tal vez sean celos enfermizos o como se le desee llamar; pero, es sorprendente la forma como se ha llenado de ira un expresidente al conocer que el actual presidente realizará unas conversaciones de paz con la vieja guerrilla colombiana de la Farc.
Son cosas de locos dirían algunos; otros, pondrán su escepticismo de por medio sin mirar más allá de sus narices como lo hace el señor procurador cuando dice “Soy escéptico porque no les creo a las Farc, como no les cree la sociedad colombiana", y muchos otros defensores del “Status Quo” que piensan que los demás no pensamos.
De lo que si estoy muy seguro es que la gran mayoría de los colombianos deseamos que ese conflicto arraigado en las entrañas de la nación, se acabe ya. No sólo por el bien de las riqueza materiales del país, sino porque queremos que la sangre de muchos colombianos deje de brotar de las heridas de la guerra.
El cansancio de una guerra infructuosa y degradadora de la condición humana ha socavado nuestras conciencias, permitiéndonos presenciar las corrientes de sangre sin decir muchas veces que estamos cansado de ella y que nos estamos matando por nada. Hemos amado la violencia como se hace con una mujer. No ha brotado ni un ¡Basta ya! colectivo que nos señale que somos civilizados, respetuosos del semejante e hijos de Dios.
Ante lo anterior analicemos lo siguiente y pongamos un poco de sentido común para alcanzar a conciliar la razón y la pasión. Que la segunda no se imponga a la otra, puesto que muchas desgracias han surgido de esta última. Tanto que algunas opiniones estudiadas aquí están salpicadas de ese fanatismo retrógrado que nos enseña lo que no se debe hace cuando supuestamente se tienen los pies sobre la tierra y se es equilibrado sicológicamente. Que la nebulosa del Olimpo de quien se cree un dios y salvador de los mortales se disipe por el bien de todos y cada uno de los colombianos.
A raíz de la lectura lenta y auscultadora de las versiones salidas en la prensa escrita, en estos días de lluvia caribeña, me topo con apreciaciones muy interesantes y pertinentes para analizar sin cariz político de ninguna índole. Sólo lo hago con la convicción del ciudadano común y corriente que no traga entero y analiza críticamente la realidad de una nación envuelta en la discordia y la intolerancia de las ideas contrarias a las que se suponen son las mejores e irrebatibles.
Veamos estas: “el fiscal General de la Nación, Eduardo Montealegre, está dando un mal ejemplo a los colombianos cuando dice que prefiere a alias ‘Timochenko’ en el Congreso, que verlo disparando contra otros colombianos.” Fueron palabras del expresidente cuando conoció lo que el gobierno del presidente intenta hacer en el resto de su mandato, conversar o dialogar con la guerrilla para allanar la paz de este sufrido pueblo.
El él surgió, según mi parecer, un dejo de tiempos idos o la manifestación de alguien que entra en el ocaso de un “seudo-dios” que se creía el líder perenne de un pueblo acostumbrado al olvido y la desesperanza. Interpreto desde una lectura mesurada y, conociendo al personaje, que aquí, con todo el respeto que merece como ser humano y como profesional, vive un ser delirante y enfermizo por un pretérito inasible que no volverá a vivir por mucho que lo intente infinidades de veces. Quizás esas palabras las dijo con su característica ira de político veintejuliero o con su cáustica actitud de omnipotente salvador, no lo sé.
Sin embargo, deja entrever que no comprendió la frase o si la comprendió, la acomodó a sus nefastos y protervos intereses. La prepotencia del que se considera único y mesías de los “débiles” lo cegó; no se valió de la ocasión para argumentar con solidez la situación y se dejó llevar por su pasión guerrerista y conservadurista como quien se cree omnipotente e imprescindible.
Y así, este personaje de tira cómica fenecida y tirada a la basura, creyéndose único y preclaro, siguió con su perorata amañada a sus intenciones: “Me alarmó escuchar al Fiscal General de la Nación decir que él prefiere a ‘Timochenko’ en el Congreso que a ‘Timochenko’ disparando. Me dolió y lo digo con todo el respeto por el Fiscal General de la Nación. Eso es lo que estamos logrando en Colombia, permisividad, complacencia con el terrorismo”. El cinismo en su enésima potencia se manifiesta detrás de las palabras de quien otrora fue complaciente con la corrupción y el asesinato selectivo.
Ante una violencia acrecentada cada vez más y generada desde hace tantos años, que él no pudo resolver durante su mandato con su actitud guerrerista, despilfarrando presupuesto en connivencia con la corrupción y la ilegalidad de toda orden, cabe preguntarnos.
¿No es mejor que aquél que se dice defensor de unos ideales y que ha utilizado las armas para imponer sus criterios, los expongas a ver si puede materializarlos desde la legalidad, la libertad y el orden? En mi humilde opinión sería una forma civilizada de demostrarle al otro que estuvo equivocado y que puede resarcirse para bien de todos.
Además, “La permisividad, complacencia con el terrorismo” se puede analizar desde otra perspectiva. ¿Éstas no se han tenido también con otros actores del conflicto como los narcotraficantes, los paramilitares, entre otros, quienes ahora o están presos, prófugos o en exilio? ¿Qué ha quedado de ellas? ¿Por que no dar la oportunidad, ahora sí, a esta guerrilla contradictoria para que demuestre sus cartas y pueda competir, desde la tribuna democrática, si ese es su objetivo, contra las otras facciones que han gobernado al país o han tenido oportunidad de hacer política, pero que no ha sido competentes ni muy “santas” que digamos?
Creo que se puede experimentar a ver qué sale. Dar la oportunidad y comenzar a tejer un horizonte mejor para una nación anquilosada en gobiernos de castas y familias oligárquicas que han desangrado a su pueblo a punta de pobreza y exclusión.
Asimismo, según lo leído, afirmó: “El Fiscal tiene la obligación de llevar a la cárcel a todos los delincuentes, (…) y el Fiscal ofreciéndole indulgencia a los terroristas, eso es un mal ejemplo al país. Esa no es la justicia que queremos”. En mi concepto, tiene razón y es así. Creo que el fiscal está olvidando sus verdaderas funciones constitucionales. Está en el deber y puede comenzar con muchos de los colaboradores del “mesías” implicados de paramilitarismo, de saqueadores del erario y salpicados de corrupción, que creen que la justicia no llegará, ha investigarlos a ver si se sanea el Estado y la política.
Es decir, el fiscal está en mora de hacer lo que le corresponde con los correligionarios de quien se ufana de límpido, honrado y defensor de los derechos humanos. Aquel que tiene rabo de paja y piensa que todos le creemos su discurso; ese que tiene a los colombianos sufriendo las consecuencias de una pasada mala administración. Pues se le hubiera reconocido sus logros si ésta hubiera beneficiado al pueblo y no a unos cuantos.
De otra parte manifestaba: “¿Qué es lo que se va a negociar? ¿Se va a negociar el terrorismo con el desarrollo rural? ¿Se puede negociar con el terrorismo la política tributaria? ¿Se puede negociar con el terrorismo los derechos humanos? ¿Vamos a negociar con los padres de las violaciones de los derechos humanos, que son estos terroristas? Eso es inadmisible, este es un país democrático”.
Si los interrogantes son retóricos por quien los lanzas, me parecen acertados; pero si tienen visos de preguntas para atacar lo que se piensa hacer en las mesas de diálogo, no. Pues como un “búmeran” se le regresa a quien las lanza desde una tribuna, creyendo que el olvido de la memoria colectiva sigue castigando a los oyentes, lectores en este caso.
Si son preguntas para cuestionar la posible agenda de negociación, creo que también cabrían las mismas para quienes han estado gobernando y usufructuando del país y nunca se les ha cuestionado; pues a ellos se les tiene que interrogar para que digan el porqué la gran mayoría del país vive en la pobreza y sin oportunidades de un mejor nivel de vida. Antes por el contrario a ellos se les ha dado la anuencia para seguir ganando a costilla de la gran masa de trabajadores y profesionales de clase media. He allí muchos ejemplos para ilustrar: el sonado caso de la salud, el del agro colombiano, el de las riquezas mineras, etc, etc.
Para terminar recojo lo que Platón, utilizado por Norberto Bobbio en su texto “La teorìa de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político, manifiesta sobre los modelos de Estado para ejemplarizar sobre la forma como desean perpetuarse en el poder, haciéndose los imprescindibles. Modelos que oscilan entre la timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía. Platón hace hincapiés en algunos tipos de hombres gobernantes entre las que se destacan algunas de las características que posee el “mesías”. Usted puede comparar y discernir si hay o no alguna similitud; si me equivoco con los ejemplos, espero me alcance a entender, pues no soy un historiador, sino un simple colombiano del común.
El hombre timocrático, termino que proviene de Timé, que significa honor: “es un concepto, manifiesta el autor, introducido por Platón para designar una forma de transición entre la constitución ideal y las tres formas malas tradicionales” de gobierno. “Semejante hombre es duro con los esclavos, y ni siquiera se preocupa de ellos como acontece con quien recibió una educación perfecta; es indulgente con los hombres libres, y sumiso a las autoridades, deseoso del mando, amante de los honores; mas aspira a mandar no en virtud de la propia palabra, o por cualquier otra virtud del género, sino por la propia actividad bélica, por su talento militar, y paralelamente tendrá la pasión de la gimnasia y de la caza (549 a)”. Esto es, amante de la pelea y de la descalificación de los semejantes porque se cree superior a los demás.
Asimismo, en un aparte de la descripción del hombre oligárquico hay alguna característica que se resalta de esos gobernantes que solo gobiernan para unos cuantos, quizás el ejemplo es muy palmario: “- Así, los ciudadanos, de hombres deseosos de supremacía y honores que antes eran, dan en avaros y codiciosos. Todos sus elogios, toda su admiración son para los ricos; sólo para estos son los empleos: basta ser pobre para verse despreciado (550 y 551 a)”. Las evidencias de la manera como los grupos económicos succionan el trabajo de millones de personas en el país es la muestra más fehaciente de ese pasaje enunciado por Platón.
Pero cuando se describe al hombre tiránico, el asombro es mayor, pues pareciera que estuviéramos leyendo las características de un ex-gobernante nuestro “…el jefe del pueblo, al encontrar que la muchedumbre está dispuesta a obedecer, no puede abstenerse de derramar sangre ciudadana, bajo falsas acusaciones; precisamente de acuerdo con las costumbres de sus semejantes, arrastrando a la gente ante los tribunales, se mancha de homicidios, privando de la vida a un hombre , y prueba con la lengua y con sus terribles labios la sangre del prójimo, a algunos manda al exilio, a otros los condena a muerte, mientras por otra parte exige el pago de las deudas y diseña otra forma de repartir la tierra; ¿ no es quizá necesario, incluso fatal, para semejante hombre morir a manos de sus enemigos o transformarse en tirano y de hombre transformarse en lobo? (565 e)”. Entonces, ¿cualquier similitud con nuestra realidad es poca? Cada vez la profecía se cumple y, si no hacemos un frente común contra los enemigos de la paz y el progreso de todos, seremos víctimas pasivas de una violencia cataclìsmica.
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Referencias
Cantillo, Arrieta Juan Manuel - Colprensa | Barranquilla | Publicado el 28 Agosto 2012, en El universal. Cartagena.
Bobbio, Norberto, La teorìa de las formas de gobierno en la historia del pensamiento político, Fondo de Cultura Económica, Santa Fe de Bogotá, D.C, Colombia, 1987.